Se cumplen 3 años de la muerte de Lemmy, la cual fue un golpe duro para terminar el pasado 2015.
Durante dos años, Lemmy sufría muchos problemas de salud, pero eso no lo calmaba de salir de gira ni verlo con su Jack Daniels en la mano (a pesar de la insistencia de sus doctores a cambiar su estilo de vida; solo cambió de fumar dos cajetillas diarias a una), con un ligero, muy ligero toque de Coca Cola. Sin embargo, su energía cada vez era menor en el escenario, eso era inevitable.
La última parte de su vida la tuvo en los escenarios por Europa, su último disco era Bad Magik. Murió de un cáncer agresivo (ya sufría de problemas cardiacos y diabetes desde 2013), incluso Lemmy lo desconocía y hasta planeaba un regreso para enero del 2016.
A dos semanas después de celebrar su cumpleaños número 70 en el Whiskey a Go Go en Los Angeles, fue que falleció. Sobre esta fiesta, en la cual tuvo unos problemas en el pecho fue llevado a hacerse unos exámenes y ahí encontraron tumores cancerígenos en su cuello y cerebro, de ahí su poca habla en el escenario.
Mientras el management quería sacar un comunicado sin dar muchas razones de la cancelaciones de unas fechas, fue Lemmy quien pidió se dijera la verdad, ya que decía que había escapado mucho tiempo de la muerte y no tenía miedo.
Siempre bajo la frase de ‘vivir para rockear y rockear para vivir’ tenía de influencia a Little Richard, Chuck Berry y para los haters metaleros, sí a The Beatles.
La última noche de Lemmy fue como él quería, jugando por horas una máquina de casino llevada por el dueño de su restaurante favorito, escuchando música hasta quedarse dormido.